Desde nuestros inicios como caprinocultores, además de alimentar a nuestros hijos con la leche de cabra, buscamos alternativas para utilizar los excedentes que nuestras chivas nos daban.
De esta manera, empezamos a hacer el jabón de leche de cabra, que además de contar con todas las ventajas que ésta le aporta, es un producto elaborado con ingredientes naturales y de alta calidad. Se usan grasas vegetales, entre ellas aceite de oliva, Como componentes adicionales agregamos miel de abeja, glicerina, avena u otras hierbas.
No se utilizan químicos para cambiar sus características, como agentes espumantes o colorantes, que con frecuencia ocasionan irritaciones o alergias. Nuestro jabón es un producto único, con más de un 30% de leche, conserva su color original, se elabora artesanalmente, poniendo un cuidado especial tanto en su elaboración como en su empaque.
La presentación es en piezas de un peso mínimo de 100g (al momento de empacarse) Por ser artesanales su color, tamaño y forma pueden variar ligeramente sin que esto cambie sus cualidades.
Para darle un aroma delicado, le adicionamos aceites escenciales, pero no contiene fijadores por lo que la fragancia sólo se percibe durante el baño Se fabrican con diferentes combinaciones entre fragancias y hierbas:
Aromas
Florales: gardenia, jazmín, lavanda y menta.
Frutales: mandarina, durazno, coco y manzana canela.
¿Por qué usar leche de cabra? Debido a sus glóbulos grasos pequeños, la grasa se encuentre de manera homogénea en la leche, lo que favorece la saponificación, es decir la transformación de las grasas en jabón. Esto la hace un elemento ideal para la elaboración de cremas y otros productos.
Las lipoproteínas, componentes de la leche, que se encuentran en buena proporción en la leche de cabra son nutrientes para la piel, pero no es su único beneficio, sino que ayudan a la hidratación de la dermis mejorando el paso de agua y otros nutrientes a través de la membrana de las células epiteliales. Esta cualidad tiene mayor relevancia en casos de problemas en piel, cuando la fisiología de este órgano se encuentra alterada por algún agente irritante, infeccioso o por alergias.
Por otro lado, la presencia del ácido caprílico, el cual es un componente de las grasas, específico de la leche caprina, le dan ventaja en la fabricación de jabón. Por una parte reduce la alcalinidad del jabón, que a su vez, mantiene el pH de la piel, razón por la cual mejora la salud de ésta evitando infecciones bacterianas. El jabón de leche de cabra también puede ser un auxiliar en la prevención y tratamiento de infecciones por hongos, ya que el ácido caprílico tiene propiedades fungicidas, ha sido probado especialmente con Candida albicans.
Además de lo que se mencionó anteriormente la leche de cabra aporta buenas cantidades de vitaminas y minerales que se absorben con facilidad. Los alfa hidroxiácidos, contenidos en este producto, actúan como agentes antioxidantes, es decir, neutralizan los radicales libres, en el lenguaje de los cosméticos es un producto rejuvenecedor de la piel.
¿Quieres saber la historia del jabón? Este artículo aparece en la historia escrita de la humanidad desde 2500 años a.C., en unas tablas de arcilla sumerias, años después los egipcios dejan testimonio de su usanza. Galeno, el médico griego lo recomendaba para mejorar la salud. En tiempos de los romanos, era un elemento básico de sus lujosos baños.
Después de una decadencia en la utilización del jabón durante la edad media, en el mundo occidental, con el renacimiento, también resurgió como una moda elegante, tanto que en Inglaterra fue monopolizada por el Rey James I.
Tan importante llegó a ser el uso de jabón, que se crearon impuestos fuertes por su adquisición, convirtiéndose en un producto lujoso que sólo los ricos podían tener. Cuando finalmente se quitaron los impuestos, para el año 1800, se popularizó el empleo del mismo, llevándose la costumbre y técnica a América.
Mientras que en Europa, los avances científicos y la revolución industrial convirtieron la fabricación de jabones en una actividad importante, en América continuaba siendo un producto de manufactura casera, hasta fines del siglo XIX en que también la industrialización alcanzó este continente.